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Victoria para confirmar el cambio (1-0)

El Girona supera al Tenerife con un gol de penalti de Stuani y deja buenas sensaciones en el estreno de Pep Lluís Martí en Montilivi

Pep Lluís Martí se ha estrenado con victoria en Montilivi, tal como lo hizo la semana pasada en Almendralejo. Seis puntos de seis posibles con el balear en el banquillo, que sólo ha introducido un cambio en el once: el de Maffeo para Calavera en el lateral derecho. Bajo las órdenes del nuevo técnico el equipo volvió a funcionar, con un partido más completo de lo que el resultado final ha acabado reflejando. Un 1-0 que se ha quedado corto y que ha conseguido Stuani de penalti ante un Tenerife que ha jugado todo el segundo tiempo con inferioridad numérica.

Con 11 contra 11, la primera mitad ha sido más equilibrada. Sobre todo, al inicio, con el Tenerife presionando muy arriba para dificultar la salida de balón de los gerundenses que, eso sí, han gozado de buenas ocasiones para adelantarse. Entre las más claras, un balón al poste de Borja García en el minuto 5 y otro de Jairo, ya en la media hora de juego, tras un centro-chut que se ha ido envenenando. Con el paso de los minutos los gerundenses se han ido imponiendo y han acabado convirtiendo en suya la primera mitad. Un primer tiempo que terminó con la expulsión con roja directa de Aitor Sanz, que derribó a Stuani cuando se iba solo contra el portero.

Pep Lluís Martí aprovechó el descanso para mover ficha, sustituyendo a Mojica por Samu Saiz. Los tres puntos no se podían escapar y, de hecho, con un hombre más el Girona sometió al Tenerife a constantes llegadas de peligro. Como la de Stuani nada más arrancar, que remató un poco desviado cuando estaba solo dentro del área. También la buscó Samu Saiz, muy activo, que es justamente quien provocó el penalti que acabaría siendo definitivo. Stuani fue el encargado de ejecutarlo y no falló (1-0, min. 62).

El Tenerife tuvo que sacar fuerzas de donde pudo para intentar acercarse, sin demasiado éxito, a la portería de Juan Carlos. El peligro estaba a sus espaldas, aflorando de las botas de Samu Saiz y Borja, y de la velocidad de hombres como Gallar. El egarense tuvo la sentencia pero remató demasiado alto. Tampoco estuvo acertado Stuani, ya al final, que no tuvo la fortuna suficiente para marcar el gol de la tranquilidad que confirmara que este es otro Girona.